Zonas verdes, ahora más que nunca.
Artículo publicado en el periódico Levante-emv el 25-04-2020, sobre la importancia de las zonas verdes para la salud ( Zonas verdes, ahora más que nunca) Publicado por joanfaguado.
Zonas verdes, ahora más que nunca
Estos días la salud es titular indiscutible de los medios de comunicación. Las secuelas del Covidien-19 son dramáticas. Con todo, es previsible que a medida que nos acercamos a la inflexión de la famosa curva la atención sanitaria, centrada ahora en la inmediatez de salvar vidas, se dirigirá, también, sobre las consecuencias sobre la salud mental que tantos días de confinamiento y la preocupación por un futuro incierto tendrán sobre la población general. Algunos estudios ya indican que los problemas psicológicos podrían afectar a parte de la población. Si esto ocurre, nos veríamos ante un nuevo problema, ya que los problemas mentales no sólo tienen una evidente influencia en la salud de las personas, sino también sobre la economía.
Ignorar los problemas no evita que se produzcan. La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace tiempo que viene advirtiendo que la depresión será (antes de la irrupción del Covidien-19) la epidemia de nuestra era y que en 2030 se convertirá en la principal causa de discapacidad a escala mundial. Justo por ello, este organismo reivindica la necesidad de invertir más en salud mental y advierte del elevado coste de no hacerlo, no sólo para la salud y bienestar de la población, sino también para las economías nacionales.
Hoy ya es un problema de salud de primer orden, siendo responsable de la mayor parte de los 800.000 suicidios que se producen cada año en todo el mundo (la primera causa de muertes entre los jóvenes españoles por factores externos) y desencadenante de patologías cardiovasculares relacionadas. Sin llegar a estos extremos, se estima que en España los trastornos mentales como la depresión y la ansiedad representan un coste económico del 4% del PIB, unos 45.000 millones de euros, y son la segunda causa de bajas laborales. A pesar de la gravedad de estas cifras, la atención que recibe la salud mental dentro del sistema de salud pública es baja.
El abanico de acciones es ancho, desde la intervención psicofarmacológica y psicoterapéutica hasta la comunitaria. Esta última categoría resulta especialmente favorable por su carácter preventivo mediante la promoción de estilos de vida saludable y la modificación de los factores de riesgo.
Una herramienta especialmente atractiva en la intervención comunitaria es el impulso de bosques terapéuticos, especialmente los situados en o cerca de la ciudad. Y no hablamos, al menos no sólo, del bienestar que provoca la contemplación o estancia en espacios verdes. Hablamos de los baños de bosques, más conocido por el nombre japonés Shinra-Yoku , una actividad cada vez más extendida que consiste en «sumergirse» en ambientes forestales o altamente naturalizados realizando allí caminatas tranquilas y sencillos ejercicios de respiración durante unas dos horas por sesión.
Existe abundante evidencia científica de que la exposición de las personas al ambiente forestal y sus estímulos provocan efectos favorables sobre la salud mental, reduciendo significativamente el estrés y mejorando el sistema nervioso con la disminución de la actividad del sistema nervioso simpático y el estímulo del parasimpático. También se ha demostrado el efecto sobre la presión sanguínea y el sistema inmunitario, elevando la cantidad y actividad de células responsables de la lucha contra infecciones y células cancerosas, entre otros. Por ello, en muchos países comienzan a plantearse los baños de bosques como un activo de salud, un recurso más en políticas de salud comunitaria.
Uno de los aspectos más interesantes de esta propuesta es que su implantación es relativamente sencilla y con una tasa de retorno elevada. Además, en gran parte, está en manos de cada ayuntamiento su implementación, ya que no son pocos los municipios que disponen de terrenos públicos situados en la periferia de sus núcleos urbanos, generalmente terrenos agrícolas abandonados y destinados en la planificación urbanística , o susceptibles de estarlo, a alojar dotaciones públicas y espacios verdes.
Obtener estos servicios no debe suponer, necesariamente, fuertes inversiones. Especialmente en comarcas como la Ribera, donde una considerable parte de las tierras susceptibles de ser aprovechadas son campos abandonados en los que se podría respetar la presencia de los cultivos, especialmente cuando se trate de naranjos de gran porte, y alternar con la introducción de otros especies arbóreas de bajo mantenimiento.
Estos bosques periurbanos tienen la virtud de acercar los beneficios del ambiente forestal en la ciudad, donde pasamos la mayor parte de nuestras vidas. Esto es crucial porque disminuye la necesidad de hacer desplazamientos más o menos largos, y costosos, a espacios naturales. Sin embargo, constituye un factor de socialización y de equidad, ya que proporciona a segmentos de población como los ancianos, los de menores recursos económicos y los que no tienen posibilidad de desplazamiento autónomo, la posibilidad de disfrutar de los beneficios del contacto con la naturaleza .
Ahora, que ya pensamos en el fin del confinamiento pero también en el impacto social y sobre todo emocional que esta medida dejará sobre los ciudadanos, es momento para replantearse la importancia de invertir en salud pública, actuando desde la prevención, creando las condiciones ambientales adecuadas para un desarrollo óptimo de la salud física y mental, utilizando un recurso asequible y cercano como los bosques periurbanos.