LA OPORTUNIDAD: EL VALOR DE LA NATURALEZA PARA EL DESARROLLO LOCAL
Todas las actividades económicas y casi todo el bienestar humano dependen de un medio ambiente saludable y operativo. Si nos centramos en los distintos beneficios que nos reporta la naturaleza – los servicios ecosistémicos – se puede apreciar con mayor claridad cómo el bienestar humano depende directa o indirectamente del entorno natural. La naturaleza ofrece muchos beneficios, entre los que se incluyen nuestros alimentos, nuestra agua; unos lugares seguros para vivir; materiales como la madera, la lana y el algodón; y muchos de nuestros medicamentos. Los sistemas naturales en buen estado regulan nuestro clima, nos protegen de los peligros, satisfacen nuestras necesidades energéticas, evitan la erosión del suelo y ofrecen oportunidades para realizar actividades de ocio, hallar inspiración cultural y paz espiritual en entornos de gran belleza.
En lo que respecta al desarrollo local, tener en cuenta los servicios ecosistémicos a la hora de elaborar políticas de cara al futuro puede ayudar a reducir los costes municipales, hacer prosperar las economías locales, mejorar la calidad de vida y asegurar los medios de subsistencia. Este planteamiento también ayuda a reducir la pobreza, ya que pone al descubierto la distribución de los escasos y esenciales recursos y servicios de los que dependen las personas.
Hasta ahora los beneficios de la naturaleza han desempeñado un papel secundario en la legislación. Las políticas y las inversiones públicas para un medio ambiente operativo suelen considerarse un lujo en lugar de un seguro de vida. ¿Cuál es el motivo? Esto se debe en gran medida al hecho de que muchos servicios ecosistémicos tienen poca visibilidad y se suele asumir erróneamente que están disponibles a perpetuidad. Además, muchos de los beneficios de la naturaleza son bienes públicos, como ocurre con la polinización, que nos pertenecen a todos, por lo que existen pocos incentivos para tomar medidas en nombre de “todo el mundo”. En último lugar, es posible que otras necesidades y objetivos se consideren más urgentes y apetecibles, por lo que las decisiones suelen tomarse sin conocer sus consecuencias para el medio ambiente.
Esto supone un problema porque nuestro capital natural es cada vez menor. El derroche en el uso de los recursos y una escasa preocupación por los sistemas naturales han sido los motivos de su pérdida. Cada ecosistema tiene su punto de inflexión, tras el cual las tareas de restauración o búsqueda de beneficios alternativos pueden consumir mucho tiempo, dinero y esfuerzo. Una zona reforestada con manglares tarda años en volver a proporcionar una protección costera eficaz. Aunque muchas de las presiones tienen su origen más allá del alcance local, las autoridades locales siguen teniendo que enfrentarse a sus consecuencias.
TEEB sugiere un cambio de perspectiva. El análisis económico indica que el mantenimiento del buen estado de los ecosistemas suele ser una opción mejor y más barata. La valoración de los servicios ecosistémicos ofrece una imagen completa, donde se describen los costes y los beneficios de las distintas opciones legislativas y se destaca la mejor estrategia local para mejorar el bienestar humano y la sostenibilidad económica.
(c)Informe TEEB de beneficios ecosistémicos