El Futuro es Vegetal, Stefano Mancuso
Tomado de La Vanguardia.
Imaginen un invento que genera energía gracias al sol a la vez que fija emisiones de carbono; que puede autoensamblarse usando un diseño modular y replicativo; que tiene un software de inteligencia distribuida sin un órgano de control central que pueda dañarse; un aparato, finalmente, que puede replicarse a sí mismo y que si se parte sigue funcionando y genera dos unidades funcionales.
Este aparato sería el sueño de cualquier ingeniero… y ya está inventado. Se llama planta y hace cientos de millones de años que crece en la Tierra creando las condiciones adecuadas para la vida que conocemos.
“Respiramos gracias al oxígeno que producen los vegetales, la cadena alimentaria y todo lo que comemos tiene su base en ellos y hasta la energía fósil de la que dependemos fue producida por las plantas hace millones de años”, afirma. “¿Cómo es posible entonces que prestemos tan poca atención al mundo vegetal?”, se pregunta el botánico italiano Stefano Mancuso.
Con estos argumentos defiende Mancuso las bondades del reino vegetal que está ayudando a dar conocer con sus libros e investigaciones. El científico italiano ha visitado España este otoño para presentar su libro El futuro es vegetal (Ed. Galaxia Gutenberg), donde explica algunos descubrimientos recientes sobre la fisiología de las plantas y en el que defiende que tienen mucho que enseñarnos.
“Deberíamos fijarnos en las plantas no sólo por los servicios que nos prestan, sino también por lo que podemos imitar y aprender de ellas. Son una fuente de conocimiento para la ingeniería, el diseño y multitud de disciplinas”, explica a La Vanguardia Natural.
Mancuso reseña cuántas de las especies conocidas nos son útiles: “Más de 31.000 especies tienen uso documentado, de estas casi 18.000 se usan con fines medicinales; 6.000 para alimentación; 11.000 como fibras técnicas o material de construcción; 1.300 con fines sociales incluyendo las drogas…”. Y aún queda un mundo por explorar. En ese sentido, explica que el mar es el futuro de la humanidad.
“Todo nuestro planeta está cubierto en su mayor parte por agua. Nuestra vida cambiará cuando empecemos a cultivar el mar y comprobemos las desconocidas posibilidades que ofrecen las algas y las plantas acuáticas. Es un mundo que es casi del todo desconocido para nosotros y podremos obtener insospechadas fuentes de alimentos, medicinas y todo tipo de productos. Pienso que cuando se habla del futuro de la humanidad hay que pensar en el mar más que en Marte”, afirma.
En el Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal que dirige en la Universidad de Florencia ha llevado a cabo experimentos para estudiar las capacidades de comunicación, de recogida de información, de memoria y de relación que tienen las plantas y ha mostrado resultados sorprendentes. Lejos de ser organismos inanimados, como suelen ser consideradas, las plantas son estructuras dotadas de todo tipo de habilidades sociales. Y una de las principales es la de su capacidad de relación con el entorno y de intercambio de información.
Los experimentos de Mancuso, que ha colaborado con la NASA y la ESA realizando investigaciones con vegetales en el espacio y ha publicado más de 200 artículos científicos en revistas de referencia, han permitido ver que el ápice terminal de las raíces de las plantas, un órgano especializado en la exploración, es capaz de detectar hasta 40 parámetros distintos. Desde la luz y el sonido y la presión hasta una gran variedad de señales químicas.
Lo fascinante es que las plantas no tienen un ápice, sino miles de ellos, que intercambian información no sólo entre los que forman parte de un individuo, sino con los que lo rodean. De hecho, las plantas intercambian tanto información como nutrientes por medio de las raíces. En los bosques maduros se ha comprobado que los ejemplares más sanos transportan alimentos a los más envejecidos y a los jóvenes, explica el botánico. Lo importante, parece ser, es la estabilidad de la comunidad, no la permanencia del individuo.
Las plantas tienen una organización tan distinta a nosotros que nos cuesta comprenderlas y entender la brillantez de su planteamiento
“Todas las ideas novedosas que tenemos sobre la sociedad del siglo XXI y la era de la globalización y de internet, como la inteligencia distribuida, el conocimiento compartido, los contenidos subidos en la nube, la configuración de internet como una red sin centro definido… todas esas habilidades que demandamos para la sociedad del siglo XXI son la forma que tienen las plantas de funcionar”, afirma. “Las plantas tienen una organización tan distinta a nosotros que nos cuesta comprenderlas y entender la brillantez de su planteamiento”, añade.
Mancuso avanzó muchos de estos conceptos en su libro anterior, Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, un superventas que lo encumbró a la fama. Ese libro con base técnica fue interpretado en clave new age por lectores que lo vieron como un revelación sobre la conexión espiritual con las plantas y la biosfera. Pero Mancuso no aborda ese tipo de cuestiones, sino circunstancias técnicas sobre la estructura y la funcionalidad de los vegetales. En su nuevo libro, revela algunas recientes investigaciones y habla de soluciones de ingeniería y diseño que tienen como inspiración a las plantas.
Si no hemos sabido verlo es porque miramos la naturaleza desde la óptica humana, desde un pedestal de superioridad, considera el autor. Ese antropocentrismo del que tanto se ha hablado tiene para Mancuso incluso un grado más, que es el del animalocentrismo. Es decir, juzgamos el mundo desde nuestra óptica animal: generamos estructuras y conceptos basados en nuestra propia estructura de individuos, con órganos y funciones definidas, un centro de control único en el cerebro que envía señales a todas las partes e incluso una mecánica basada en la bilateralidad y el movimiento bípedo o cuadrúpedo.
En su laboratorio Mancuso ha desarrollado robots diseñados siguiendo el esquema de los vegetales, es decir, unos “robot plantoides”. Defiende que la exploración espacial se beneficiaría de usarlas como modelo. “No tiene sentido gastar enormes cantidades en un solo robot exploratorio, esos Rover marcianos que solo pueden explorar una pequeña parte de terreno y que funcionan según nuestras estructuras mentales. Sería más útil enviar cientos de pequeños robots y hacerlos llover sobre el planeta, que fueran capaces de abastecerse de energía y de extender sus ‘raíces’ robóticas en el subsuelo para medir y analizar el planeta y comunicarse entre ellos”, defiende. “Los robos deberían diseñarse pensando en las plantas”, remacha.
Los humanos olvidamos con frecuencia la diversidad del mundo vegetal, una realidad que podría ser imaginada en alienígenas
Otro de los campos que llaman la atención a Mancuso por su cortedad de miras es la ciencia ficción. “Siempre nos pintan extraterrestres con forma de insecto o de humanoide, resulta difícil que a alguien se le ocurra imaginar un alienígena con forma y funciones de planta”, afirma. Y, sin embargo, para nosotros “las plantas son mucho más extraterrestres que muchos relatos de ciencia ficción, tan distintas que no llegamos a comprender cuán diversas son y cuán capaces de hacer cosas que no sabemos hacer, como captar energía o compartir información para adaptarse a las circustancias cambiantes del entorno y sobrevivir”, añade.
Las plantas han tomado un camino distinto al nuestro. Renunciaron al movimiento, para eludir la depredación y han evolucionado de una forma única e insólita, desarrollando enormes capacidades. Una de ellas es manipular a los animales gracias a la ingente variedad de productos bioquímicos que producen.
En El futuro es vegetal, el botánico explica el resultado de multitud de investigaciones sobre cómo las plantas usan las recompensas o los reclamos del olor, del néctar o de los compuestos de sus frutos para emplear en su beneficio a animales e insectos. Los frutales atacados por orugas, por ejemplo, envían una sustancia química volátil que es detectada por los pájaros insectívoros, que acuden a ese árbol para librarle de depredadores.
Otro campo novedoso abierto por las investigaciones de Mancuso es el de la memoria vegetal. Según él, las plantas, incluso los individuos como los grandes árboles centenarios, acumulan experiencia de lo vivido y con ello generan resistencia y resiliencia ante nuevas circustancias. Esto puede ser sumamente importante en el contexto actual del cambio climático.
Las plantas están sometidas a cambios rápidos en su entorno generados por el impacto humano sobre el clima. Están mostrando cierta elasticidad para adaptarse a la subida de CO2 y capturando más cuánto más hay; sufren con el aumento de temperatura y más todavía con las variaciones en las precipitaciones y el acceso al agua. En el contexto Mediterráneo, como Italia o España, la suma de aumento de temperaturas y falta de agua es el factor que más las estresa. Cómo responderán estas maestras de la ingeniería al nuevo panorama es algo que veremos en las próximas décadas.